MI CARTA

En La Cavada a 24 de septiembre de 2021

Querida abuela Delfina Matilde:

He tomado la decisión de escribir sobre tus manuscritos, y para ello quiero pedirte permiso, pues creo que es algo que me ha quedado pendiente y necesito, pues no puedo, ni quiero, ni debo, dejar que caigan en el olvido. Necesito enmarcar y ponerte en el adecuado lugar, ya que hablar sobre ti después de haber vivido contigo, no me va a resultar tarea fácil.

Me dejaste cuando yo tenía apenas doce años, y a esa edad y en la nebulosa de mi recuerdo, tengo que pensar, que no te conocí realmente, fuera de esa relación abuela/nieto, ya que siempre te vi vestida de negro, triste y muy viejecita. Yo jamás podría imaginarme toda la dimensión humana que había detrás y que he podido descubrir, a través de la lectura de tus tres “libritos”:“Trozucos”, “Hablo Yo”, “Sigo hablando yo…” que me legó mi madre. Como nieto, exponer tus pensamientos para dar una cierta visión objetiva de lo sucedido en aquellos años, me lleva a tener que hacer una abstracción para que mi cabeza no me arrastre a la pena. Gracias a todo esto, aparece ante mí una persona desconocida, con el verdadero “Valor y Deber” que tuviste siempre presente y aplicar en tu vida.

Es para mí, una suerte y un lujo haberte tenido tan cerca, primero, por disfrutar de una persona como tú, con unas convicciones tan profundas, que utilizaba la palabra escrita como bálsamo de su tristeza y buscaba transmitirla a sus hijos para ayudarles y servir de ejemplo; y segundo ser nieto de alguien, que con cariño y paciencia me enseñó de niño tantas cosas, que no he olvidado. Es difícil expresar con palabras cuánto te extraño y cuánto desearía poder compartir contigo todo lo que he descubierto en estos últimos años, desde que me dejaste. Por eso he querido escribir tu historia, para que siga viva; y ahora quiero contarla a tus paisanos que muchos de ellos han podido conocerte y sé que me acompañarás.

Busco ir contigo, y como diría Flaubert “escribir es hacer correr un espejo a lo largo del camino “ o como afirma Francisco de Quevedo “los que de corazón se quieren, solo con el corazón se hablan”. Aunque ya no estés físicamente a mi lado, siento tu presencia, tu guía y ánimo.Te imagino y veo cerca, muy cerca, y sigo escuchando tus sabios consejos.Hoy diriges mi pluma y mi voz. En cada palabra, siento que estás ahí, en ese espacio intangible que trasciende el tiempo y la muerte.Caminamos juntos, aprendiz y maestro.

Cumplo el sueño de hablar de una formidable mujer,y mantener en el recuerdo los buenos momentos vividos, pues sé a ciencia cierta que no volverán nunca.La deuda de mi corazón está ya pagada. Estoy contento,no me queda nada pendiente.No existen ya abrojos en mi memoria. Y como afirma Álvaro Pombo“Siento la nostalgia como una enfermedad de un regreso, ahora que los sentimientos empapan los lugares”.

Querida abuela, desde donde quiera que estés, y leas estas letras, seguro que en el Cielo, puedas sentir mi amor y gratitud por todo lo que me has dado y enseñado. Mi objetivo es compartir y mantener vivo tu mensaje, y darte ese homenaje que sin duda mereces. Cojo tu testigo. “Todo permanece en el tiempo, si se mantiene el recuerdo” 

Con todo mi cariño y admiración, me despido. Recibe un beso enorme.

 

Tú nieto Álvaro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *